ARS MELISANDA Y PÉLLEAS
RUBÉN CÁRCAMO BOURGADE
MELISANDA:
Ni un solo rizo de tu pubis
perturba la cadencia.
Y al silencio de las carnes,
que es el silencio de la vida,
escucho el ávido lamer de nuestras lenguas
pues bajo grandes ojos de caballo
me entierro en el aire tuyo
pidiendo que no aplaques.
.
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